martes, 3 de abril de 2012

Abrupta delicia

Abrupta delicia

Esta enfermedad que invade es de abrupta delicia

No respeta, sea bacteria, bacilo o virus, es maligno

Se encaja lentamente en las arterias del corazón

Ataca el íntimo escondrijo de cada inocente neurona.



Contrae y expande el alma, enciende y funde el iris

Con ver esa anhelada ventana del alma ¡Se sobrevive!

Esa prohibida y nítida voz derrumba cual tibio desliz

Y el alma doblega ante la cautela de dicha sensatez.



Más por ser en vano, vuelca el alma en cáliz de dolor

Que su cruel gemido va turbando el sueño antes fugitivo

Duelen las cenizas vivas que el maltrato del tifón dejó

Queda el sofocado llanto, letargo, ansiedad y agonía.



Envuelve aquél porte de quién mi amor trata con desdén

La desesperación por su ausencia va tejiendo cicatriz

Y su dolorosa presencia inclina el mirara cobarde y feliz

He de aceptar los síntomas de mi mal que es edén.

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