Te sé profundo
Te sé inmenso como el mar
Te sé lejano, resplandeciente
Cuando anidas en el crepúsculo naciente.
Te sé sublime, de pecho firme
Néctar de un sueño que, nunca, nunca
Se me esfumó.
¡Tu voz, armónica caricia!
Sinfónica delicia de altiva sensatez
Al pronunciar mi nombre
Pasión ardiente palpitando
En notas vivientes de un saxofón.
Se de éste violento amor a galopado
Que en nuestros pechos enardecía
Y hoy separados retumban
En el silencio de la melancolía.
Saberte tanto, saberte mío
¡Que amor tan grande!
Que ha armado un lío
No llores ahora amado mío.
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