Me hundo en el silencio de la noche
Se cierra mi garganta a las palabras
Cual si las callaran mis labios por un parche.
Si los suspiros se volviera alas
Si el dolor se convertirá en fuerza
Y se agitarán los sonidos en las olas
Que golpean, que braman con dureza.
Llegará la hora que sea perpetúa
Arribará la ola que rompa los yugos
Y mi llanto apretado será agua
Que moje los sedientos labios.
Mi sangre contaminada será la que luche
De mi garganta acechada saldrán himnos
Que entonaran el mundo con derroche
De los hombres y mujeres por fin vivos.
Y el hambre que hoy provoca robos
Es el motivo de quienes llaman rebeldes
La sed que hoy cede a los sobornos
Es el agua que despertará a los títeres.
Se levantarán de polo a polos océanos
Para derramar vida por todas las cuencas
Y los mares extasiados danzaran ritos
Admirados por la luna que contempla a solas.
Los bosques vociferaran el canto de las aves
Que aprenderán a entonar las fieras
Y los colores boreales esparcirán fulgores
Para bañar de luz los abatidos paisajes.
Se apreciará la vida de las selvas
Por los rayos de Lacandona y Amazonas
Ceibas y caobas aferrarán sus raíces
A las entrañas de la tierra y sus torrentes.
Ehécatl dará un soplo vital de los Andes
A los Alpes y el susurro de los caracoles
Emitirá el lenguaje secreto de los novios
Que se comunican con murmullos a lo lejos.
Ak Kin enviará sus rayos para cubrir de amor
A los corazones que tiritan de frío
Y lanzará una mirada llena de brío
Para quemar las secuelas del dolor.
Itzamná cerrará los ojos y abrirá las mentes
Para la hermandad esculpirá corazones humanos
Y a las bestias las dejará sin idioma, vagarán como entes
Sin un puñado de tierra y el agua escurrirá por sus manos.
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