jueves, 17 de octubre de 2013

El paisaje se me vuelve fumarolas

Siento que me asfixio
en esta cárcel
donde no puedo darles mis palabras,
ahora me contemplo muda.

He de quemar una carta
no enviada, no leída
es como dejar de ser corcel
y no poder trepar los aires
ni los mares, es el fin del mundo.

Hay tanto que quiero decir
que espero mi silencio adivinen,
no quiero promesas
sino que se cumplan mis deseos.

Se ha desatado el caos en las calles
me veo envuelta en una turbulencia
y las ofertas en el mercado de la dignidad
que ustedes han visto  son acosadoras.

Las avenidas se levantan para ir detrás de mí
el paisaje se me vuelve fumarolas
las puertas de los carros se azotan en mis oídos
las llaves son música que desea incitarme.

He perdido mi armadura,
y mi pluma que es  mi arma
esta enclaustrada, mi página tomada
y  solo pueden llegarles  mis ecos
como una pesadilla desquiciada.

No es difícil saber la sed de un preso
no es difícil conocer el deseo de un ave,
no es difícil descifrar la opresión que siento
no es difícil comprender como me encuentro.
 






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