Obsesión de
ti, de tu nombre
de tu cara,
de tus manos,
de tu pelo, de tu voz,
de tus
pensamientos.
No te toco, no
te beso,
pero en todas
partes te encuentro
en mis pasos
solitarios
por la calle
desnuda.
En los
hombres de mis libros,
en los
hombres de la Historia,
en ninguno de
mi realidad cercana,
en el sol que
mis brazos acaricia,
en el sol que
quema mis piernas,
en el sol que
es fuego en mi espalda
en el sol que
me besa la cara
en el sol que
me vuelve más morena
morena tuya,
tu morena.
En el cielo
violeta de la tarde,
en la luna
que acompaña mis paseos,
tú eres
ausencia
que habita en todos partes.
Ausencia que cuelga en las paredes,
la que se
asoma a todas partes,
en los cristales
de la ventanas,
y en cada
espejo que me miro,
y me faltas en
el autobús de la mañana,
en las
jacarandas que contemplo,
en el tráfico
de los lunes y en el campo
de fines de
semana,
en la lectura
de la tarde
en el café de
la noche.
Y sin embargo
de alguna manera
llegas cuando
tengo sed de ti
y me besas con
tu sabor fresco
con pureza
cristalina,
y me enjabono
de tus ganas
y me enjuago
de tus ansiosas.
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