Siento
que me asfixio
en esta
cárcel
donde
no puedo darles mis palabras,
ahora
me contemplo muda.
He de
quemar una carta
no enviada,
no leída
es como
dejar de ser corcel
y no
poder trepar los aires
ni los
mares, es el fin del mundo.
Hay
tanto que quiero decir
que espero
mi silencio adivinen,
no quiero
promesas
sino que
se cumplan mis deseos.
Se ha
desatado el caos en las calles
me veo
envuelta en una turbulencia
y las
ofertas en el mercado de la dignidad
que ustedes
han visto son acosadoras.
Las
avenidas se levantan para ir detrás de mí
el paisaje
se me vuelve fumarolas
las
puertas de los carros se azotan en mis oídos
las llaves
son música que desea incitarme.
He
perdido mi armadura,
y mi
pluma que es mi arma
esta enclaustrada,
mi página tomada
y solo pueden llegarles mis ecos
como
una pesadilla desquiciada.
No es
difícil saber la sed de un preso
no es difícil
conocer el deseo de un ave,
no es difícil
descifrar la opresión que siento
no es difícil
comprender como me encuentro.
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