Es invierno, casi
anochece, una mujer morena que podría ser yo camina sobre la nieve protegida
por un abrigo azul y todo quedó cubierto por la nieve excepto la rosa, y la
rosa es su reflejo de espléndida belleza. Su esposo la espera sentado leyendo un
libro en la terraza y empieza a ver las primeras estrellas, a lo lejos ella
contempla el mar, ella es más inmensa que el mar y que el barco en el naufragio
que observa a lo lejos, Sara tiene que volver con su
esposo, como ya no cae nieve enciende una vela, ella es la luz de la vela, la
luz de la vida que un día se le va a acabar porque sangra la cera pero mientras
tanto su luz alumbra y ya ha quemado el lazo que la ataba cuando estaba
secuestrada, ella es libre por su marido, él es su héroe, él piensa en Sara y
sabe que en las estrellas está escrito el destino del infinito, cuando Andrés
la ve llegar se levanta y la abraza, Sara es feliz con él y él con ella, quizás
nadie pueda robarles la dicha y jamás volverán a sentir el dolor de la soledad
ni de la ausencia. Ahora todo es azul, azul, siempre azul.
No hay comentarios:
Publicar un comentario