Eres como el
ocaso
puesto en
horizonte
siempre tan inalcanzable
¿De qué
sirven mis pasos?
Me confunde
tu luz
de las seis
de la tarde
alcanzas la
plenitud tornasol
en el
fulgor del cielo.
Y te escapas
en penumbras
¡en hondas
penumbras!
me consuela
la luna tibia
que pinta mi
miedo de melancolía.
Ya tendida
después de pensarte tanto
de cobijar
mi soledad con tu ausencia
me vence el
sueño y entras en el
como una visita
esperada pero efímera.
Bajo las
escaleras
palpo tu
hombro, pronuncio tu nombre
volteas, me
miras
pero no son
tus ojos.
No eres tú,
no dices lo que espero
las imágenes
se consumen
todo se
queda obscuro.
Despierto, abro
la ventana
como siempre,
las nubes te ocultan
me pongo el
primer suéter que veo
y ya lista
salgo para no encontrarte.
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