No sé dónde buscar una voz para escuchar
las respuestas que quiero, las palabras que
pido,
las palabras que imploro, las palabras que
ordeno,
los actos
que decreto
y sólo escucho el quejido del dolor que es más
profundo que la noche
y que todas las noches de mi vida solitaria,
y cada noche que he muerto y he llorado tu
ausencia que no tiene tregua, me desvivo:
yo que he asumido a la locura como un don,
yo que he gritado la palabra libertad con la
garganta desnuda,
yo que en todos los discursos proclamo el nombre
del amor con tu nombre implícito,
yo que en todos mis pasos he querido acercarme a
ti,
no te encuentro, no están tus brazos cuando me
faltas en la nostalgia,
no está tu rostro que iluminaba el mundo con tus
ojos de sol,
no está la vida que había planeado a tu lado;
yo que había soñado con volar sobre precipicios
y acantilados
yo que podía ver las llanuras y las montañas
desde los cielos,
yo que he desafiado a los poderes de la
oligarquía de los imperios y de la inquisición,
yo que he sido capaz de los sacrificios más
sublimes,
yo que siempre he defendido al oprimido,
yo que me he aferrado tanto a ti para que te aparezcas,
aunque sea en mis sueños,
yo me encuentro solamente con aullido interno que
pide tu clemencia
para que hagas la revolución para liberarme,
para que estés conmigo,
para que la justicia deje de ser utopía y se
convierta en la realidad de nuestros días.
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