Pudiera acostumbrarme a vivir bajo una lupa si no existiera la antítesis
de ser libre o preso, y me sumerjo en
tu silencioso mundo en donde mi obscuridad se llena con imágenes tuyas y tú
eres los colores de mis sentimientos, me entrego a la epifanía de las palabras
que atan tu vida con la mía, en esta ambivalencia del sentido de la vida no
encuentro una respuesta, deseo aquello que han imaginado los caballeros
andantes y las mujeres de corazones ardientes que dejaron huellas con sus actos
y sus palabras fueron más que un epitafio porque se quedaron marcadas en el corazón, en la mente y en la piel
morena con el fuego del hierro de la historia y con esa marca bajo la cual hemos
nacido saben distinguirnos tanto nuestros amigos como los adversarios por eso me resisto a la derrota, por eso me
niego a ser comprada, por eso quiero darle a mi vida el precio del amor y de la
inmortalidad y no nos queda más que soñar y andar, soñar y andar, soñar y
andar.
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