Si te contará mi
velero
las historias
que hemos tenido
siempre por ir detrás de tu rastro
el timón no ha
dado tregua
va entre las
inmensidades del agua
verdeazules, siempre
llena de sorpresas
peces voladores
con hermosas alas plateadas
como hijos de la
luna los sueños van serpenteando
hemos visto el
fantasma del gran pez violáceo
él que encantó
al viejo Santiago, por su fuerza,
por su lucha por la vida, por su inteligencia
férrea
y también por su
hermosura.
Así como aquél
viejo Santiago que se aferro al pez violáceo
me he aferrado a
tu amor y por colgarme a esa ilusión
me he enfrentado como el gran Santiago a
tiburones carroñeros,
a sus mandíbulas
homicidas, que golpeaban nuestra proa y se asomaban
por nuestra popa
para aniquilarnos con sus ojos amarillos
y sus dientes
asesinos, pero como el buen Santiago hemos
sacado fuerza de
la antigua lozanía para darles con el mazo
para al menos
marearlos, de eso han sido testigos la estela de la luna
que nos
alumbraba en el naufragio, el fulgor de las estrellas
y la fosforescencia
de las criaturas marinas que han presenciado
nuestra búsqueda.
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