Con la tarde de enero
De repente me volví
adicta a ti,
a tu voz y a tu silencio
a tus ojos y a tu pelo.
Me quedé esperando
una palabra, una mirada
algún gesto
para sentir que vivo.
Ese último día que nos vimos
guardaste tus sentimientos
los arrojaste lejos, muy lejos
y me regalaste el sol con tu mirada.
Yo estaba perturbada
debía ser bien portada
que ni siquiera te robé un beso
y me fui
con la tarde de enero.
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